"El señor López"
En México apenas se está descubriendo que, en el envite público, hasta el nombre es un capital simbólico. Y que eso explica que Andrés Manuel López Obrador se llame así, y no Andrés López, Andrés Obrador, Manuel López, Manuel Obrador o simplemente López. Sólo desde la ignorancia, el candor, la soberbia o la desesperación puede creerse, como ocurrió desde la oficina de Comunicación Social de la Presidencia, que en una disputa política sea útil escamotearle hasta el nombre al adversario. El asunto no es accidental ni secundario, tampoco superficial (aunque sí ridículo). Llamarle López
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Me siento Aburrido.