raulexilu

Luchas y Rock & Roll

La verdad es que no podría yo precisar en qué momento de mi vida me volví fanático de la Lucha Libre, siento que es algo que ya estaba en mi sangre cuando tomé consciencia de mí mismo. Y es curioso, pues en la época que comencé a sentir fascinación por el “Catch”, este no se transmitía por tv, salvo los brevísimos resúmenes del noticiero deportivo “acción”. El caso es que me fui enamorando del pancracio, y este alimentaba mis sueños y pesadillas infantiles con sus leyendas y claroscuros. El momento en el que comencé a descubrir el Rock es muchísimo más concreto para mí, al grado de que puedo dar incluso una fecha: 8 de abril de 1994. Es curioso, pues mi padre en realidad siempre ha tenido una fuerte influencia rockera (le tocó la “Invasión Inglesa”, y es a la fecha, súper fanático de los Doors, los Beatles, los Stones, Eric Burdon y los Animales, y un largo etcétera…). De hecho, es la fecha que estoy convencido de que su animadversión por Quiot Riot y Twisted Sisters (era lo que estaba de moda cuando era yo un mocosete), era más pose que convicción, pues en más de una ocasión lo he cachado tarareando “We’re not gonna take it”, y “”Cum on feel the noise”.=mas= ¿Qué tiene que ver  una cosa con la otra…? Es muy sencillo: tanto el Rock como las luchas se han ido distorsionando, conforme se han vuelto rentables. No me voy a poner en el plan de satanizar todo aquello que es “comercial”, pues creo que la calidad no está peleada con pagar las cuentas. El problema es cuando el dinero se convierte en prioridad por encima de la actividad en sí. Ya en los 80’s el rock había perdido en casi todo el mundo esa etiqueta de marginación con la que había nacido. En nuestro país, si bien no se permitía la realización de conciertos, mientras el nefasto Raúl Velasco controlaba al mejor estilo de la Mafia la producción

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Escuchando: La Sorda, F. M.

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