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Líos de lengua; una gran lección...

Desde que tengo recuerdos vocacionales, siempre había más de dos opciones a escoger para estudiar una carrera. Una encrucijada =mas= que no duró mucho tiempo, sobre todo llegado el momento en que debiese tomar una decisión definitiva al respecto.         Cuando era niño, quería ser todo: bombero, policía, soldado, científico, abogado, médico, etcétera. Llegado el momento, sin embargo, de modo eventual fui descartando ciertas opciones para estudiar la carrera. Recuerdo que la primera fue el conservatorio: Justo habría de cumplir 18 años antes de presentar el examen de admisión, en cuyo caso era la edad límite para entrar.         En aquellos años, el internet recién llegaba con más fuerza que nunca a México. Se daba por hecho que el internet era el futuro. La era cibernética comenzaba a tomar fuerza. Entonces decidí que la licenciatura en sistemas computacionales administrativos era mi mejor opción: Las computadoras me llamaban mucho la atención. Para un niño con el antecedente de problemas por hiperactividad y curiosidad extrema que le habían llevado a despedazar los contados juguetes que había tenido, cuya consecuencia eran los manazos de mamá repitiendo "cuida tus juguetes que no cuestan cinco centavos" era una buena oportunidad. Circuitos, tarjetas madre, muchos botones, programas, elementos multimedia... ¡¿qué mejor?!         ¡Mala elección! Muchas matemáticas, todas dirigidas a programación. Encima, programación... ¡yo no quería programar! Yo quería aprender a usar programas que fueran divertidos. Teoría de la administración era de mis materias favoritas, pero considerando que el programa de estudios tenía mucha conexión con mis otras materias de contabilidad y mercadotecnia, dejaba mucho que desear. Si bien, mercadotecnia me gustaba mucho, pero entender por qué Coca-Cola había emprendido una campaña navideña con un Santa Claus vestido de rojo no era una de mis espectativas.         Al final, una tontería me llevó a tomar la mejor decisión. Recuerdo que siempre balanceaba mi promedio con las calificaciones de inglés, administración, mercadotecnia e ingeniería en sistemas computacionales (no por sencilla, sino porque el profesor era un joven más preocupado por tener peso social en una ciudad del centro sur del país, dado un rotundo fracaso en el norte y lo que un 3567 - X + AB = ??? no resolvía en el examen, lo hacía una buena botella de Smirnoff azul el siguiente fin de semana... ¡previo a la entrega de calificaciones, claro está!), pero siempre inglés estaba por encima. Debíamos tener buen dominio del idioma inglés, ya que es una lengua necesaria para la competencia laboral de hoy en día... Un cliché.         Entonces, después de un alentador discurso de nuestro profesor de contabilidad, un Contador Público Certificado (de los cuales, pocos hay en el país) en el que nos decía que nuestro futuro era verdaderamente brillante. -"Muchachos, ustedes tienen todo un futuro y toda una vida por delante. Tienen un futuro

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Escuchando: Rigoletto, opera: Ah, Inseparabile... E'll sol dell'anima...

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