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Tam o'Shanter

Tam o'Shanter es un poema clásico escrito por el escocés Robert Burns en el año de 1970. Narra la aventura del personaje que dá titulo al poema, una noche de otoño, en la que después de emborracharse regresaba a su casa por un camino en el que, homicidios, suicidios y fatales accidentes habían ocurrido, cuando se topó con un baile de brujas y demonios dentro de una vieja iglesia. o'Shanter, borracho, en lugar de huir se quedó oculto viendo la escena. Entre las brujas había una joven muy bonita vestida solo con una minifalda, lo que llamó la atención de o´Shanter y provocó que lo descubrieran. Huyendo montado en su yegua, o'Shanter apenas logra escapar, cruzando un puente. =mas= ==mas== Tam o’Shanter Por Robert Burns - 1790 Cuando los comerciantes las calles dejan, Y vecinos sedientos, vecinos encuentran; Mientras los días de mercado tarde se hacen, Y la gente el camino a su hogar empiecen, Mientras sentados fuerte cerveza bebemos, Y ebrios y muy felices nos ponemos, En los largos caminos Escoceses no pensamos, Las aguas, pasos, montes y pantanos que yacen entre nosotros y nuestro hogar, donde se sienta nuestra dama enojada, resentida, como una tormenta formando junta sus frentes, cuidando su cólera, para mantenerla caliente. Esta verdad busca a Tam O’Shanter el honesto, Mientras él desde Ayr una noche galopó; Viejo Ayr, que nunca de pueblo pasa, De hombres honestos y muchachas flacas. ¡Oh Tam, si solo hubieras sido tan sabio, como para tomar de tu esposa Kate el consejo! Ella bien te dijo que eras un gastón, Un borracho desordenado, jactancioso y fanfarrón, que de noviembre hasta octubre, cada día de mercado no estabas sobrio; Que en vez de moler con el molinero, Te sentabas mientras tenías dinero, Por cada caballo que herraba, el herrero contigo borracho quedaba; Que en la Casa del Señor, aún el domingo, Con Kirkton Jean hasta lunes bebías. Ella profetizó, que, tarde que temprano, Ahogado en el Doon, serías encontrado, o atrapado por brujos en la lobreguez, por la vieja iglesia embrujada de Alloway. ¡Ah, gentiles mujeres, me hace llorar, pensar cuan dulce consejo, cuan largo y sabio aviso que el marido a la esposa ha desdeñar! Pero a nuestro cuento:- Una noche de mercado, Tam sentado estaba justamente, al lado de una chimenea, que ardía finamente, con cerveza cremosa, que bebía divinamente; Y a su codo, Johnny el Zapatero, su viejo amigo, confiado y sediento; Tam lo amaba como a un hermano, por semanas juntos habían tomado. La noche pasó con canciones y estruendor, y cada cerveza sabía mejor; La casera y Tam coqueteaban graciosos, con favores secretos, dulces y preciosos; El zapatero contó sus cuentos mas curiosos; Las risas del tabernero ya parecían coros: Afuera, la tormenta pudo rugir y tronar, A Tam un pito la tormenta le había de importar. Extraño ver a un hombre tan feliz, incluso ahogado en su cerveza. Como abejas volando del tesoro cargadas, Los minutos volando con placer se iban: Reyes podrán ser bendecidos, pero Tam era glorioso, Sobre todas las enfermedades de la vida victorioso. Pero los placeres son como amapolas abiertas: Agarras la flor, sus pétalos derramas; O como la nieve que cae en el río, Un momento blanca - después se derrite al olvido, O como los rayos de la Aurora Boreal, Que se mueve antes de que a donde estaba puedas señalar; O como del arco iris su forma encantadora, en medio de la tormenta desaparecida. Ningún hombre puede el tiempo o la marea atar, La hora se acerca en que Tam ha de montar: Esa hora, del arco negro de la noche - la piedra angular, La hora aburrida en que él su bestia monta y en tal noche camino adentro toma como nunca un pobre pecador había estado afuera. El viento sopló como si por último vez soplara; La lluvia serpenteante en el rayo arreciaba; Los rápidos destellos la oscuridad se tragó, Ruidoso, profundo y largo el trueno gritó: Esa noche, hasta un niño puede entender, El Diablo tenía negocios que hacer. Bien montado en Meg, su yegua gris. Una pata mejor nunca antes vi, Tam, cabalgó a través de fango y lodo, Desdeñando viento y lluvia y fuego; Mientras sostuviera su capo azul muy bueno, Mientras tarareara un soneto escocés muy viejo, mientras mirara alrededor con prudente cuidado, menos fantasmas lo agarrarían descuidado: La Iglesia de Alloway cerca estaba, Donde fantasmas y búhos de noche gritaban. Para este tiempo él ya estaba a través del vado, donde en la nieve a pie andando te ves sofocado; Y pasando los árboles de abedul y la enorme piedra, donde el borracho de Charlie el cuello se rompiera; Y a través de espinas, y más allá del monumento, Donde los cazadores encontraron un niño muerto; Y cerca de la espina, sobre el pozo, donde se colgó la madre de Mungo. Ante él el río Doon sus aguas vierte; La redoblada tormenta ruge a través del bosque; Los destellos de relámpagos de polo a polo; Cerca y más cerca de los destellos del rayo; Cuando, brillando a través de los árboles gemebundos, la iglesia de Alloway se apareció en un resplandor, por cada resquicio, se asomaban

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