¿Por dónde comenzar? Tal vez por el final, que de todas formas no es sino una excusa para recomenzar. Me falta y siempre me faltó tacto para tratarte. Ésta es, a mi juicio, la causa de lo que pasó entre nosotros. Si te ofendí, no es sino por lo poco que nos une, a pesar de los encuentros y las escapadas y del montón de palabras que escribimos entreambos, pensando que un sentimiento más profundo , aún después de los años y los días y las noches juntos. Lo confieso, me pareció que decías NO porque querías que te rogara un SÍ. Aúnque estuve a punto de humillarme mientras me dabas la espalda y quise abofetearte para que reconsideraras, fue más fuerte mi orgullo y me aparté a toda prisa, sin dar lugar a la más mínima esperanza, ni esperar que otro día tu respuesta cambiara. ¿Por qué nos dábamos falsas señales y usaba engañosas y rimbombantes palabras? Hubiera bastado decir: "¡Basta, acabémos de una vez!, pues porque siempre que coincidimos en el SÍ, los otros pensamientos se acallan y me parece que un vacío refrescante toma control de mi cabeza. Confieso, pues, que cuando -estando juntos- coincidimos en tomarnos de la piel uno del otro, la voz de mis dudas calla. Esta situación, que no siempre ocurre, cuando ocurre se siente como nada más. No puedo decir entonces que sea para toda la vida, pues nuestra afinidad depende de cosas tan

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