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Un cuento vikingo (remake)

Éste es un refrito, remasterizado, reescrito y desempolvado de un cuento que escribí hace unos años. Se trata de una historia que mi abuela me contó. Por ahí me pidieron que diera el mensaje oculto de la historia, así que aquí está.=mas= Absalön estaba un día sentado en una de las terrazas del castillo del Valhala. Contemplaba cómo las almas entraban y no paraban de entrar al castillo. Las valkirias no dejaban de guiarles una a una, después de haberles Bragi recibido. Veía que entraban al castillo por cientos. Al mismo tiempo, observó que cada alma tenía un color, pero la mayoría de ellas tenían tonalidades obscuras como rojo carmesí, púrpura, sepia e incluso negro. Después de ver esto, Absalön entró a la habitación de Odín y le dijo: -"Padre, ¿por qué casi todas las almas de los humanos tienen colores obscuros?" A lo que Odín respondió: -"Hijo mío, los mortales son seres extraños. Aberraciones que se maltratan unas a otras; haciéndose daño o provocándose, incluso, la muerte. Éstas llegan tristes, desoladas y en pena. Cuanta más tristeza hay en ellas, más obscuras se tornan en su interior y lo reflejan en el exterior." -"Pero, padre, dijo Absalön, ¿por qué no podemos, nosotros los dioses, hacer algo para que eso cambie? Es muy cruel ver cómo los humanos se destruyen unos a otros, y ver cómo llegan atormentados por sus propias impertinencias." -"Ésa es la linealidad de la vida, hijo mío", respondió Odín, "nosotros no estamos aquí para regir la conducta de los mortales durante su ciclo de vida, sólo podemos guiarles y darles fe, castigarlos en ocasiones cuando lo creemos correcto porque tampoco es correcto darles toda la gloria, pues ésta es sólo para nosotros. Ellos son libres de elegir el camino que desean tomar y de hacer de sus vidas el caos que en el castillo estamos acostumbrados a ver." Absalön, indignado, replicó: -"¡No puedo soportar esto! ¡La aberración de la vida no se halla en el comportamiento de los humanos, sino en nuestra indiferencia al no hacer nada por cambiarlo! No pienso quedarme de brazos cruzados viendo como mi pueblo cae al precipicio de los pecados que sólo tú eres capaz de vislumbrar…" Enardecido, el dios se transformó en humano y bajó a una de las aldeas para convivir con su pueblo y a experimentar en carne propia los pecados de los que la vida de los vikingos era objeto. Cuando llegó al campamento, vio que todos tenían una gran fiesta. Había una enorme fogata y, alrededor de ella, todos estaban bailando y bebiendo. Aquéllos lucían objetos brillantes que colgaban de sus cuellos, en el caso de los guerreros y de las orejas y cuellos, en el de las hermosas mujeres que conformaban el clan. Uno de los guerreros que estaba bailando alrededor de la fogata, se acercó a Absalön y le preguntó cuál era su nombre. "Kaj", respondió. Este sujeto le dio a Absalön un extraño objeto de madera con base de metal parecido a un cádiz. Absalön lo tomó y vio que dentro había un líquido extraño muy parecido al vino que estaba

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