LA BANCA...  … Prefiero la menta. Porque me recuerda el primer intento para  elaborar un mojito. De esas veces en las que por más que te esfuerzas para darle una categoría, el alcohol siempre será el alcohol. Luego =mas=vienen los pretenciosos a solucionar tus necesidades. Unas que ni siquiera tenías conocimiento de su existencia. Por ejemplo: Según el diario de ésta mañana, la economía del país está mejorando notablemente. Las ventas y las ganancias son proporcionales ¿y eso cuándo ha sido novedad? Pero hubo otro tiroteo y nadie se ha mostrado interesado. En cambio, la fila de ilusionados por conocido casting musical está desde anoche saturada de esperanzas. Una falsa seguridad que proporciona la ingenuidad. Casi mato de tristeza a una de mis alumnas al quererla concientizar. Eso me pasa por ser tan liberal. Ò tal vez a los quince años es demasiado fuerte para ella. O quizá se engañará toda su vida. Nunca es demasiado temprano para la negación, pero depende mucho del entorno. De una compañía que proporcione sustento para la mediocridad. Es impresionante. El valor que obtienes frente a tu familia, amistades, y en general, todo aquel que mantiene un vínculo especial, normalmente está sustentado en una falsa necesidad. Y aunque la mayoría prefiere anularse como individuo, lo que sea por no ser censurado ó estar  aislado, llora amargamente por el fracaso de un elemento poderoso. La autenticidad. Naturalmente eso lo convierte a uno en transgresor. ¡DIOS ME PERDONE! Entonces, ¿por qué darle seguimiento a todas y cada una de las estupideces que hacen, hacemos, haremos , ó  harán? Debe ser por la curiosidad. Porque nunca se sabe de dónde proviene esa chispa que modesta anuncia infierno. Mucha soberbia y falta de contacto con la realidad sería autoproclamarnos Creadores Independientes. Así que profanamos la “intimidad” que voluntariamente han puesto a nuestro alcance. Y ahí es donde el argumento de El Respeto al Derecho Ajeno es La Paz pierde efectividad. Es incómodo para la mayoría, pero es así.   No mostramos interés en lo que no engancha. En la irresistible oportunidad de parecer más atractivos, más interesantes, más productivos. INALCANSABLES. Ajá, otra constante:  Admírame… pero No me tendrás. ¡Ay de mí que soy tan débil !   Y luego están los que nunca ponen atención a las señales. No entienden casi nada porque solo manosean superficialmente. Se van a la cama con el pendiente y toman el camino fácil: dejémosle el problema a dios. Por favor…   Así que me levanto cada mañana imaginando que sería mejor cambiar de marca. Tal vez una pasta menos picante y ser audaz con el enjuague bucal. Voy a regresar al rastrillo de tornillito. No es tan seguro, pero ¿qué sería la vida sin los riesgos?     [ Desde la Trinchera… apostando ]

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