Omito aquí tu nombre para no afectarte nada de tu vida actual, pero sé bien que al leerme (confío en Dios que lo harás), sabrás perfectamente que me refiero a TI… que cumples años cada hermoso (como tú) abril… Como si fuera hoy, recuerdo el primer día que te vi, sentada en tu escritorio, muy seria y muy formal, ¡terriblemente hermosa!. Comenzar a tratarte y a amarte fue casi lo mismo. Caminar a tu lado compartiendo anécdotas y carcajeándonos ambos por cualquier simpleza, mientras saboreábamos nuestro respectivo helado o una rebanada de pastel, me hacía feliz. Y no por otra cosa, sino TAN SÓLO POR estar contigo.Todavía me apena recordar cuando sucumbì al antojo de chupar la nieve de tus dedos (me estaban dando ganas de chupar también la que tenía tu boca ¡mhhh!), uno por uno, creo que iba en el tercer dedo cuando calló tu risa, noté tu cara sorprendida, y siguiendo el rumbo de tus ojos encontré a tu novio... ¡perdón!, jamás fue mi intención que él nos descubriera. El día que me invitaste a ser padrino en tu boda, no pude evitar negarme, pues hubiera querido estar en lugar de “tu elegido” para compartir la vida entera contigo. Después de

Hay 600 palabras más en este escrito, para seguir leyendo debe identificarse