Gustavo Frengaco estaba calentando el agua como de costumbre cuando lo vio. Era su amigo, Dante Lafrida. Estaba desaparecido hace una semana. Su pálida piel y sus negras ropas iluminaban la casa con un lúgubre aspecto. Dante estaba en la ventana observando a Gustavo.- Abrime.- ¡Dante! ¿Qué te pasó?- Dije que me abras.Gustavo se apresuró a abrir la puerta. Dante tenía un aspecto fantasmagórico imposible de describir. Cualquiera que lo haya visto, habría gritado. Pero Gustavo no. El confiaba en su amigo y sabía que no le podía hacer daño alguno.- ¿Querés sentarte?=mas=- No gracias. Quiero contarte un secreto. Seguramente te preguntarás que estuve haciendo durante toda la semana que desaparecí ¿Verdad?- Sí, me lo pregunté siempre.- Ahora lo vas a saber: Mañana me ahorcaré en frente de la iglesia de Luján a las doce de la noche en punto.- ¿¿Como??- Lo que escuchaste. Vine con vos porque no me puedo llevar tantos secretos a la tumba, vos me vas a llevar hasta Luján y, mientras tanto yo te cuento las cosas que hice hace siete días. ¡¡Vamos!!- Estás loco. Primero, estamos muy lejos de Luján, nos sería imposible llegar a las doce de la noche en punto de mañana. Segundo, no creo que...Dante sacó una nueve mulímetros y, como un profesional se la puso en el cuello a Gustavo.-

Hay 658 palabras más en este escrito, para seguir leyendo debe identificarse