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Operación rescate gatuno

Después de buscarlo con calma en cada uno de los rincones llegué a una conclusión: el gato había saltado desde el balcón del departamento. ¿Estaba muerto? Al parecer no, porque no existían rastros de un gato echo puré en la calle, y como en esta ciudad nadie se tomaría la molestia de limpiar sus escombros… (mejor no me imagino ni siquiera la escena). Siempre odie que el gato se paseara por la orilla de la ventana, sabía que algún día el muy tonto se iba a caer. Esta vez también odié tener razón. Salí a recorrer las calles cercanas en su búsqueda. “Salem” le llamaba al tiempo que agitaba las llaves para hacer ruido “Saleeeem”. Fueron muchas cuadras en vano. Era inútil, el muy ingrato

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