Nuestro lugar de trabajo, durante tres años unas lindas oficinas al sur de la ciudad en donde se encontraban no más de 20 personas, estacionamiento techado como para 40 autos, una linda vista a través de las enormes ventanas rodeada de jardines con ardillitas y águilas sobrevolando por las tardes-noches, por las mañanas se escuchaba el ¡fiu fou! de unas avecillas llamadas coquitas o algo así, la verdad no sé, pero nosotros les decíamos currucús. El servicio de la tiendita a domicilio era un poco lento pero siempre seguro y esas tortas de jamón siempre socorrían a mis hambrientos compañeros. Las canchas de futbol muy cerca de nuestras instalaciones nos desentumían de las labores semanales sentados ocho horas frente a una computadora; grandes goleadas recibimos en los inicios, pero poco a poco fuimos formando un buen equipo, llamado los currucús de Chimalistac, los baños con regaderas de los estacionamientos de la oficina nos permitían

Hay 461 palabras más en este escrito, para seguir leyendo debe identificarse