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El Espiritu del Gran Kahuna

Sábado 23 de junio, 09:30 am aproximadamente. Cerro azul, 120 km al sur de Lima Me encuentro sentado en mi tabla esperando que venga alguna hola de tamaño adecuado para intentar correrla. Me encuentro vestido con un wet suit azul con negro de neoprene que me protege de la baja temperatura del agua (aproximadamente 6 ° centígrados) . La idea del wet suit no es impedir que el agua fría llegue a tu cuerpo si no que el agua que esta entre tu piel y el neoprene se mantenga un poco mas caliente que la del resto del mar. No te protege completamente del frío si no que te da una sensación de calor apenas unos 5 grados mas que el resto del agua. Suficiente para calentarte y no te congeles. Con el movimiento de brazos y de piernas logras el resto de calor necesario para estar tranquilo. El mar esta relativamente movido para la hora. Las olas de Cerro azul son largas y no muy grandes. Si tienes suerte puedes coger una ola y dejarte arrastrar por ella unos metros hasta que te pongas de pie y empieces a maniobrar. Al ser una ola larga tienes mucho mas tiempo para divertirte y olvidarte del frío supongo. =mas= A la sensación de diversión sobre una ola los hawaianos le llamaban “el espíritu del gran kahuna”. Yo de hawaiano solo tengo la ropa de baño debajo del wet suit así que simplemente le llamo “ mi válvula de escape”. Espero que alguna vez todos puedan experimentarlo. Tomo una ola y enfilo mi tabla contra la orilla y empiezo a bracear con fuerza. Repentinamente siento el impulso de la cresta de la ola recién formándose detrás y la tabla toma impulso. Me dejo arrastras unos metros, coloco ambas manos al lado de la tabla y levanto mi tranco de la superficie de la misma. Con la celeridad que mis 36 años me permiten meto mis rodillas bajo mi cuerpo colocando el pie derecho delante de la tabla y el izquierdo detrás. Mi cuerpo empieza a ponerse erecto cuando de repente la punta de la tabla se hunde en el agua y yo caigo disparado hacia delante, justo sobre la casi formada cresta de la ola. El mar me envuelve y por un segundo pierdo la nación de arriba y abajo, pero solo dura eso. Un segundo. Abro los ojos y veo la luz del sol allá arriba y solo me cubre una pequeña cortina de agua. Agito los pies y salgo. Tomo aire y siento un tirón en mi pierna derecha. Es la cuerda que me mantiene unido a mi tabla. Las tablas hawaianas se aseguran a los surfistas por medio de cuerdas y brazaletes. En mi caso, la uso siempre pegada al tobillo derecho. Es una vieja costumbre que no me he podido quitar con los años. Empiezo a jalar la cuerda y lentamente la tabla vuelve hacia mi. Me subo sobre ella y miro a la orilla. Sábado 23 de junio , 09: 40 am aproximadamente. Cerro azul, 120 km al sur de Lima Estoy muy cerca, me digo a mi mismo. La ola esta reventando practicamente en mi cara. Lo normal (y es lo que hago) es bracear hasta colocarse unos metros mas atrás para poder tener suficiente espacio e impulsarse con la misma ola. Así que empiezo a hacerlo. Para ese momento ya estaba a casi unos 40 metros de la orilla. Veo hacia atrás y la reventazón esta a 10 metros aproximadamente. Cuando llego a ese lugar me doy cuenta que mis cálculos están algo errados. La ola empieza a crecer no donde estoy en ese momento, si no unos metros mas atrás, casi a unos 5 metros diría yo. Hacia mi derecha, a unos 150 metros aproximadamente puedo ver los restos del muelle de Cerro Azul, que hace mas de 30 años no es usado para nada más que para pescar y/o tirarse clavados. Hacia mi izquierda casi hoy dos kilómetros de mar que terminan abruptamente en unas rocas y arena. Típico paisaje de las costas de Perú. Veo hacia delante y me doy cuenta que ya no estoy solo en la playa ya que uno grupo de adolescentes de no mas de 16 años están jugando con sus moreys (tablas pequeñas de espuma de poliuretano) y con una que otra tabla. No hay nadie mas en la playa además de ellos y yo. Por fin braceo un poco más y me detengo. Doy media vuelta y me siento en la tabla. Espero durante unos segundos mientras siento la brisa marina y escucho el rugido del mar delante de mí. Estoy muy bien posicionado, hace frío pero igualmente es un día maravilloso. Un día para disfrutar. Me siento libre y feliz de estar allí. Y de repente viene una ola. La veo acercarse y me doy cuenta que es de las grandes, de las que te garantizan un momento de diversión, de

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