Este fin de semana fue especial... por varios motivos. Para empezar, recibí una golpiza que se me abrió la cabeza, como 3 cm yo le calculo pero quien sabe. A las 7 am salí de la ciudad de México, aún estaba oscuro y tuve el privilegio de ver una vez mas la ciudad en todo su esplendor... casi me quedé sin respiración al contemplar la magnitud de la ciudad, hasta donde alcancé a ver... luz. Solo luz, las principales avenidas como pequeñas serpientes desplazándose en la gran ciudad. A las 8am llegué a Chihuahua. Hubo que hacer escala porque por algún motivo que me contó Gaby, no llega aeroméxico directamente a Cd. Obregón —o al menos por un tiempo según entendí—. El problema allí fue que el vuelo que pasaba a hacer escala en Chihuaha y su continuación a Obregón, venía retrasado 2 horas... asi que con un poco de desesperación, sueño (no había dormido), y sangre escurriendome por la mejilla, tuve que esperar todo ese tiempo. De 8am a 12pm, aproximádamente 4 horas dentro de la terminal. Lo mínimo que hizo —y que podía hacer— la compañia fue invitarnos el

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