9 junio de 1925 – 5 años antes de la gran matanza Cherry Cherry vuelve a sentir que el aire no llega a sus pequeños pulmones pero esta vez no por una mordaza si no por la mano de su captor que ha bloqueado tanto su boca como sus nariz. La aprieta con tanta fuerza que claramente siente como sus dientes traspasan la piel de su boca. El hombre alto y de gafas la sacude de un lado a otro como una muñeca vieja mientras repite sin parar palabras que la pequeña no puede comprender. Con una mano, la tiene atrapada contra su cuerpo de la cabeza. Con la otra intenta asir su brazo izquierdo para que la niña no lo agite. Y cherry siente como poco a poco el aire de sus pulmones esta a punto de reventar sin que el hombre alto y de gafas la suelte. Todo es confusión en su cabeza, su dolor, la falta de oxigeno, la frustración de no poder sentirse libre otra vez. Y cherry recuerda que hace 30 segundos, tirada en el suelo pudo cortar la cuerda que atrapaba sus pies y sonríe por eso, por que se da cuenta, que al final de su mano derecha, la misma que el hombre alto y de gafas ha dejado libre, un cuchillo afilado espera para ser usado. Y cherry se toma un segundo para decidir donde lo hundirá. Por fin escoge la mano que la atrapa y no la deja respirar. Y se encomienda a Dios y recuerda al pequeño Michael en su cuna y a su madre y a su padre en la mesa del desayuno del domingo. Y levanta el cuchillo y lo hunde en la parte posterior de la mano derecha del hombre alto y con gafas. Con la fuerza de una niña de seis años, el cuchillo no ha podido traspasar los músculos y los hueros de la mano, pero un gran chorro de sangre empieza a correr por la mano que, obligada por el dolor, libera la boca y la nariz de la niña. Y cherry se da cuenta que puede huir, que puede correr por la única puerta de la habitación y buscar una salida más allá del dolor, de la desesperación de la falta de aire en sus pulmones. Pero no lo hace, por que entiende que un hombre mayor puede alcanzar a una pequeña niña de trenzas como ella, que por mas que quiera correr rápido hacia la libertad, no llegara muy lejos cuando ese hombre alto y con gafas se recupere y vaya tras ella. Así que cherry decide a sus cortos seis años, no ser una victima, no correr tras el dolor, no morir huyendo. Y se da cuenta que el cuchillo largo que tiene en la mano puede causar mucho daño todavía, así que se da media vuelta y mira a su captor de pie frente a ella, viendo su mano sangrando, con el pelo revuelto y los ojos asesinos detrás de las gafas y hunde el cuchillo nuevamente en el bajo vientre del hombre, quien al verse sorprendido por una ráfaga de dolor en su cuerpo, pone una rodilla en el suelo e instintivamente, las manos sobre la herida. Y cherry lo mira a los ojos y el le devuelve la mirada. En el resto de sus años, ella nunca olvidará que ese hombre que ahora yacía frente a ella intentando recuperarse del dolor que le había inflingido, estaba dispuesto a cortarle el cuello y usar su sangre para un rito que nunca comprendería. Y la niña retrocede lentamente con el cuchillo en la mano hacia la puerta. Tropieza con el dintel y cae sentada de espaldas, sin quitar sus ojos del hombre alto y con gafas. Su queda inmóvil un par de segundos y nuevamente se pone de pie, para ver aterrada, que él hombre esta haciendo lo mismo. Y cherry da media vuelta y corre por el medio del corredor de una casa que no conoce, peleando por su vida, corriendo por su vida. Y tras de ella, el hombre alto y de gafas sangrando , decide que ese día beberá la sangre de cherry y comerá su corazón La pequeña niña empieza a llorar mientras sus pies se mueven lo mas rápido que pueden hacerlo. Recorre primero el pasillo

Hay 2142 palabras más en este escrito, para seguir leyendo debe identificarse