Doña Esperanza, señora de 85 años, pero con un vigor de alguien de 50 años. Siempre la veía todas las mañanas, la puerta de su casa abierta, ella barriendo el frente de su casa. - Buenos días doña Esperanza!!. - Buenos días Arturitoooo!!! El saludo era el mismo, cada mañana, sabía que nunca me iba a dejar sin el saludo, lo respondería. Si pasaba en la tarde cambiaba el saludo para adecuarlo. A esas horas estaría sentada frente a la televisión viendo alguna novela. Ella vivía sola, una casa de dos pisos para una persona, a las 8 de la noche ya estaba cerrada su puerta. En ocasiones había gente, casi siempre señoras de la iglesia, de vez en cuando

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