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Invitación: ¡Quítenle lo Solemne al Quijote!

“En algún lugar de La Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme…” Ésta es quizá la primera línea más famosa de la Literatura Universal, y el comienzo del libro más célebre y “vapuleado” por una serie de prejuicios y mitos que desafortunadamente han alejado al gran público de las “hazañas” del genial Caballero de la Triste Figura.=mas= A la gran mayoría de la gente, por ejemplo, lo primero que le viene a la cabeza al hablar del Quijote, son los molinos de viento, y la imagen trágico-heroico-romántica del Héroe que va en pos de un ideal. Nada más alejado de la realidad: si bien el episodio de los molinos de viento es el más conocido por la gente, la verdad es que ni siquiera es un episodio. Vaya, el lance abarca apenas unas cuantas líneas, que no son particularmente graciosas, al menos comparadas con lo que viene más adelante. Por otro lado, la imagen idealizada del Quijote es poco menos que una mentira: es cierto que el personaje se autodenomina un “desfacedor de entuertos”, pero poco tiene de heroico. De hecho la intención de Cervantes era ridiculizar el ideal caballeresco, valiéndose de un  personaje que encarnara de forma exagerada y torpe, las andanzas de los héroes de los libros de caballerías. Pero, ¿Por qué lanzarse de esa forma, (que además, Cervantes lo hace de manera despiadada) en contra de un género que en tiempos del Quijote era “lo último”? En lo personal, dudo que Cervantes, ó los mismos detractores de los libros de caballerías lo hicieran por considerarlos mala literatura: sucede que en aquellos tiempos, los libros de Caballerías tomaban como historia oficial –al menos para el vulgo- hazañas de héroes que en el mejor de los casos, estaban exageradísimas. (Además, no era raro que muchos de los protagonistas de dichas aventuras fuesen personajes ficticios, ó la combinación de varios personajes en uno solo). Pero me estoy alejando del Quijote, así que vale más retomarlo. Sólo para terminar con los mitos que ha suscitado el libro, mostrando de paso hasta donde ha influenciado el habla cotidiana de los hispanoparlantes, me gustaría retomar una frase hecha, tomada del libro, y cuyo sentido se ha trastocado del todo: “Con la Iglesia hemos topado, Sancho”. En la actualidad, esta sentencia se usa para denotar que uno se ha topado, ya sea con el Poder de la Institución católica, ó con los prejuicios que esta fomenta entre sus creyentes. Sin embargo, el origen de la expresión es de lo más prosaico: cuando el Quijote pronuncia la frase a su fiel escudero, REALMENTE se han topado con una iglesia, al entrar en un poblado.  No obstante, si bien estos mitos nos han dado una idea bastante equivocada de lo que es el libro, es mi opinión que lo que de verdad ha alejado al gran público de las andanzas del Quijote, es ése halo de solemnidad que durante siglos se ha forjado en torno al libro. Si bien es cierto que como ejemplo del uso de la lengua, es una referencia indispensable, del mismo modo que se trata de una novela modélica, y un documento antropológico inigualable (gracias al Quijote sabemos mucho de cómo era la vida cotidiana de España tiempos de Cervantes), los Intelectualoides han olvidado el fin primordial de la Obra: entretener. Así es: el Quijote, la obra literaria por excelencia, al cual se le han dedicado ríos de tinta en forma de estudios, que ha inspirado a pintores, poetas y músicos, paradójicamente es una obra humorística, destinada a ser consumida por las clases bajas. Y vaya que logró su cometido: no en balde ha sobrevivido hasta nuestros días, y en su momento, propició la creación de una segunda parte apócrifa, escrita por un tal Fernando de Avellaneda (Muchos estudiosos aventuran la teoría de que este tal Avellaneda fue un hombre en el cual Cervantes se basó para crear al Ginesillo, personaje pícaro y ladrón, que hace ver su suerte a Don Quijote y a Sancho en un par de ocasiones), aprovechando la desidia de Cervantes para escribir la Segunda Parte, que cuando vio la luz finalmente, volcó su ira –justificadamente- sobre esa segunda parte apócrifa, mencionándola incluso dentro de su propia continuación (¿la primera vez que un escritor juega con la Metaliteratura, entremezclando realidad y ficción? Muchos estudiosos así interpretan el pasaje, yo creo que fue una venganza justa que enriqueció el libro), provocando de paso, que Cervantes decidiese “matar” al Quijote, para que ninguna otra pluma escribiese sus hazañas. Sabia decisión. Mi personal acercamiento al Quijote fue más bien cauteloso, y sólo cuando tuve la oportunidad de hacerme de una buena edición, barata y bien hecha. (De hecho, fue la edición del 400 aniversario de la obra, la cual recomiendo ampliamente: es barata, extraordinariamente

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