El viaje anual
El sábado por la mañana, don Cebedeo tocaba la puerta de mi casa, venia desde muy lejos y traía el valioso encargo que le había pedido hacia ya varias semanas, el pago fue generoso y lo despedí con buenos deseos. Comenzaban los preparativos para el viaje; ese día comencé el ayuno que mantendría por dos días, en una situación distinta no aguantaría ni la cuarta parte de ese tempo, pero en este momento era necesario, así que me concentre en aguantar. El domingo por la noche, con la casa limpia, ordenada y el altar
Hay 276 palabras más en este escrito, para seguir leyendo debe identificarse