caracolaria

Los derechos de esta mujer

Afortunadamente nadie ha evitado que sueñe. Crear esas ilusiones fantásticas, que muchas veces te incluyen a ti. Que muchas veces incluyen a todo. Y bien, cuando me dices que no tengo derecho a pensar lo que pienso, lo único que puedo decir es que sólo escribo lo que escribo. Es inevitable. Soy todas y soy una. Todavía no he podido mantener la unicidad, pero sé que la monotonía me mata. Por eso escapo por las noches. Por eso bailo, por eso brillo, por eso me apago. Y sin embargo, me lees. Vaya, un lector es lo mínimo que pide alguien que escribe. Y a veces – las más – ese lector soy yo misma. No te preocupes, ni yo me entiendo, y a veces no me reconozco en las propias letras. (Y sin embargo, soy mis dedos http://www.ymipollo.com/~caracolaria/82864.soy-mis-dedos.html) ¿Que a quién le escribo? ¿Te queda el saco? Te escribo a ti. Es cierto, soy confusa. Ya ni eso me sorprende. Y sin embargo, ardo. Me duele la boca de la sonrisa que se me pegó hace varias noches y que se me escapa, a ratos, durante el día. Ardo, y no sé cuánto tiempo va a durar este estado en llamas, ¿cuánto puede aguantar una persona, una piel, ardiendo? =mas= Y sí, me pregunto todo el tiempo, me contesto algunas veces. Algunas veces me digo que soy sólo un juego, una pieza de colección, una pieza de ego. Otras veces imagino que caes del piso sesenta. Las más, me doy por vencida, no tiene

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